martes, 23 de abril de 2013

Construcción de ciudades según principios artísticos

Éste es uno de mis libros de cabecera. Si su contenido os despertara la curiosidad, podéis encontrar algunos ejemplares en la Biblioteca Central de la Universidad Politécnica de Valencia / Carlos Izquierdo García.

Me considero un lector apasionado, así que con motivo del día del libro quiero recomendaros la lectura de una publicación imprescindible para los amantes del urbanismo, así como para quienes deseen descubrir por qué les maravilla deambular por el centro histórico de su ciudad. Es un ensayo fácil de leer y lleno de contenido, que me ha llevado a mirar el entorno arquitectónico en que me muevo desde un nuevo punto de vista.

Se trata de Construcción de ciudades según principios artísticos, una obra de Camillo Sitte que vio la luz en 1889 en Viena y que Emilio Canosa tradujo al castellano en 1926. Se puede encontrar el facsímil de la versión española dentro del libro Camillo Sitte y el nacimiento del urbanismo moderno, de George R. Collins y Christiane C. Collins, editado por Gustavo Gili en 1980.

A pesar de que ha llovido mucho desde que salió por primera vez de las imprentas, la mayor parte de su contenido sigue siendo válido actualmente. Su autor opinaba que el ejemplo de las ciudades del pasado era instructivo debido a las ideas que tenían sus habitantes sobre el arte de vivir. Por eso, en esta publicación Sitte analizaba algunas antiguas ciudades europeas bien conservadas desde la época preindustrial y consideradas bellas por todos, con el fin de deducir una serie de principios capaces de poner fin a la pobreza y aridez de la planificación urbana de su tiempo. Para él, el urbanismo no era un mero problema técnico, sino un arte que había de llegar al corazón. Estaba enamorado de las urbes históricas, entre las que su predilecta era Venecia. Yo, como leo muy rápido, donde ponía Venecia entendí Valencia, así que a continuación expondré algunas de las conclusiones obtenidas por el austríaco, ilustrándolas con ejemplos de mi localidad ;)

Teniendo en cuenta la fundación romana de Valencia, es lógico que responda al modelo de las ciudades del Sur de Europa que Sitte analizó y calificó como herederas de las disposiciones urbanas de la antigüedad. Comparte con dichas urbes el deseo de reunir los edificios más relevantes en ciertos puntos principales, que servían de marco para las fiestas públicas y que estaban adornados con fuentes, monumentos y estatuas. También tiene en común con ellas la distinción entre la plaza principal, que en la ciudad del Turia estaba ubicada sobre el antiguo foro y era continuadora de su tradición, y, por otra parte, la plaza del mercado. En Valencia el espacio principal aglutinaba el centro religioso, así como el civil y estaba comunicado con el corazón comercial a través de un vial coincidente con el decumano romano: la calle Caballeros.

La plaza de la Virgen fue la más importante de Valencia siglos atrás. Era el centro religioso y civil, al recaer en la misma la catedral y la Casa de la Ciudad, que se alzaba sobre el jardín visible a la derecha de esta foto / Carlos Izquierdo García.

Al hablar sobre las plazas del mercado típicas de la Europa meridional, Sitte decía que era habitual que contaran con una fuente. Ese detalle también se cumplía en el corazón comercial de Valencia, aunque dicha fuente ahora refresque el paseo de la Alameda. El autor austríaco se lamentaba de que estos espacios urbanos, en donde los vendedores montaban sus puestos, estuvieran perdiendo parte de su carácter al encerrar el trasiego de los comerciantes "en las jaulas de edificios cubiertos" / Carlos Izquierdo García.

En cuanto a las plazas, este autor defiende que los viandantes no se suelen encontrar a gusto en las gigantescas plazas abiertas de los barrios nuevos, a su juicio más parecidas a explanadas para ejercicios militares que a espacios urbanos. Además, denuncia que sus enormes dimensiones ridiculizan a las edificaciones que las flanquean y dejan en evidencia a los monumentos que las decoran. En su lugar, los transeúntes prefieren los espacios urbanos de escala más reducida, donde pueden caminar tranquilos y a resguardo. De la observación de las ciudades preindustriales, concluyó que los antiguos lograron que las plazas fueran confortables evitando el cruce de dos calles en cada ángulo, un principio que daba lugar a una disposición de calles afluyentes en forma de turbina, consiguiendo una mayor continuidad en los frentes recayentes a la plaza y reforzando el carácter cerrado del espacio urbano. En Valencia hay buenos ejemplos de estas plazas tradicionales, como son la plaza de Conde de Carlet, la del Correo Viejo, la del Dramaturgo Fausto Hernández Casajuana, la del Milacre del Mocadoret o la del Negrito.

Tres agradables plazas del casco antiguo. Como se aprecia, rara es la ocasión en la que se cruzan dos calles en los ángulos de estos espacios urbanos tradicionales / Carlos Izquierdo García.

Plaza Conde de Carlet, una plaza cerrada cuya fuente se ubica allí donde no supone un impedimento para el tráfico / Carlos Izquierdo García.

La plaza del Correo Viejo, mi favorita por ser un remanso de tranquilidad a pocos metros de la ajetreada calle Caballeros / Carlos Izquierdo García.

La plaza Milacre del Mocadoret es un caso modélico de plaza con sus calles y su pasaje afluyentes en turbina / Carlos Izquierdo García.

La plaza del Negrito, otro recoleto espacio urbano situado a un paso de la calle Caballeros / Carlos Izquierdo García.

Considerando la relación que se establece entre los espacios urbanos y sus edificios dominantes, él dedujo que había dos tipos de plaza: las de profundidad y las de anchura. En el primer caso, el inmueble principal se desarrolla principalmente en altura y ocupa uno de los lados menores de la plaza. En la segunda situación, la construcción más importante tiene una fachada apaisada y se ubica en uno de los frentes mayores recayentes al espacio urbano. Hay veces en las que una misma plaza con dos edificios relevantes puede ser simultáneamente de profundidad respecto a uno de ellos y de anchura en relación al otro. Un buen ejemplo de estos espacios urbanos mixtos es la plaza del Colegio del Patriarca, que es de profundidad respecto al campanario del seminario y de anchura respecto a la universidad.

En la plaza del Colegio del Patriarca contrastan la verticalidad marcada por el campanario del seminario y la horizontalidad de la amplia fachada universitaria / Carlos Izquierdo García.

La marcada irregularidad de esta plaza queda bastante disimulada al ver este espacio en vivo / Carlos Izquierdo García.

Camillo Sitte admiraba el talento con el que nuestros predecesores combinaban varias plazas. En el libro describe, fascinado, la relación que se establece en Venecia entre la piazza di San Marco y la Piazzetta. Salvando las distancias, en Valencia también existe una magistral conexión entre el ensanchamiento de la calle Palau en su llegada a la catedral y la plaza del Arzobispo. El encanto de este cruce está en que la dilatación de la calle Palau actúa simultáneamente como plaza de profundidad del cimborrio de la catedral y como plaza de anchura del Palacio Arzobispal, mientras que la plaza del Arzobispo es claramente de profundidad respecto al edificio señorial que alberga el Museo de la Ciudad y también de profundidad en relación a la portada del Palacio Arzobispal.

Esta es la acertada conexión entre la calle Palau y la plaza del Arzobispo. La belleza de ese primer espacio urbano radica en el desarrollo horizontal de la fachada del Palacio Arzobispal, cuyo contrapunto es la verticalidad del cimborrio de la catedral / Carlos Izquierdo García.

La plaza del Arzobispo es de profundidad por partida doble. Además, es un buen ejemplo de otro de los principios planteados por Sitte: la irregularidad de las viejas plazas solo se nota en el plano y pasa inadvertida en el natural / Carlos Izquierdo García.

Respecto a los templos, Sitte señala que en el Sur del continente, salvando las catedrales, no se solían emplazar aislados en el centro de algún espacio urbano, sino más bien adosadas a otros edificios, empotradas en alguna manzana, de tal manera que se generaba una plaza amplia e interesante delante de la puerta principal. En ocasiones, los espacios vacíos hoy día existentes junto a los templos son el resultado de la supresión de los cementerios parroquiales, que en el pasado eran zonas no edificadas que ofrecían buenos puntos de vista de los templos. Según el austríaco, la posición adosada de las iglesias respondía a criterios perspectivos y económicos: por una parte se conseguía un espacio análogo a la escena de los teatros, donde poder retroceder para contemplar la fachada, que ocupaba el fondo; y por otro lado suponía un ahorro a la hora de construir y decorar las fachadas, ya que al estar el templo incrustado, tenía menos frentes que ejecutar. Para apoyar su teoría, este autor sacó una estadística sobre la situación de las iglesias en Roma, una urbe muy representativa dada la colección de templos que reúne. Los resultados fueron muy reveladores: de las 255 iglesias que existían, sólo 6 se encontraban exentas. El emplazamiento empotrado también era común en Valencia, donde las iglesias se situaban mayoritariamente en esquina, realzando su carácter monumental, o, en menor medida, separadas del vértice pero con fachada a la calle más importante.

Santa Úrsula, una iglesia en esquina que gozaba de gran visibilidad desde la calle que discurría junto a la muralla / Carlos Izquierdo García.

La iglesia de la Santísima Cruz era un buen ejemplo de los templos con fachada recayente al espacio urbano más importante. Actualmente se trata de una iglesia en esquina, pues se demolió un inmueble que se adosaba a ella por su derecha y que cerraba la plaza que preside. Es una experiencia agradable llegar allí por la calle Palma, cuyo fondo de perspectiva es su monumental fachada retablo / Carlos Izquierdo García.

También se posicionó Camillo Sitte contra la moda del momento de aislar los monumentos con el pretexto de realzarlos, pues a su parecer esta práctica desvirtuaba la visión de las obras creadas por los maestros antiguos. Un ejemplo desafortunado de esta práctica en nuestra ciudad sería el esponjamiento en torno a la catedral, conseguido mediante el ensanchamiento de la plaza de la Reina (que eliminaba la perspectiva de la portada barroca desde la calle Zaragoza y cambiaba la percepción de la catedral, empequeñeciéndola), la ampliación de la plaza de la Virgen, la demolición de los edificios adosados a la seo en la calle Miguelete y la reciente creación de la plaza de la Almoina sobre un solar antiguamente edificado.

La plaza de la Reina, en su dimensión actual, así como la plaza de la Almoina, son fruto de las operaciones de esponjamiento llevadas a cabo en torno a la catedral / Carlos Izquierdo García.

Otro de los principios artísticos que admiraba Sitte era el efecto perspectivo de cerrar el fondo de las arterias con obras de carácter monumental. Este recurso también está presente en el centro histórico de Valencia, en algunos ejes como la desembocadura de la calle Caballeros en la plaza de la Virgen, la calle Comedias o la calle de la Paz.

En esta zona existen dos impresionantes perspectivas, que tienen como fondos el campanario de Santa Catalina y la torre de Santo Tomás y San Felipe Neri. Este segundo templo es un ejemplo perfecto de iglesia adosada y en esquina, mientras que el espacio urbano que lo precede es una plaza en turbina casi de libro. No he destacado las demás iglesias existentes en este entorno, para facilitar la lectura del plano / Carlos Izquierdo García.

Exquisitos efectos perspectivos en las desembocaduras de la calle Caballeros, de la calle Comedias y de la calle de la Paz / Carlos Izquierdo García.

Una idea extendida con la que Sitte deseaba acabar, era que el mejor emplazamiento posible para los monumentos y fuentes era el centro de la plaza. Él defendía que esa era una de las ubicaciones posibles, pero no la única y, normalmente, tampoco la mejor. Se mostraba más partidario de enclavarlas como se hacía tradicionalmente: en los lugares libres del tránsito, que solían estar próximos a los bordes de dichos espacios urbanos. Un ejemplo del emplazamiento desfavorable de esculturas en Valencia es el monumento a Vinatea, situado en un punto más o menos central de la plaza del Ayuntamiento. En medio de ese espacio urbano tan inmenso, la estatua queda totalmente ninguneada, a pesar de tener un tamaño bastante superior al natural. La ausencia de un fondo no favorece en absoluto su contemplación y tampoco el hecho de que esté encarada hacia los conductores que diariamente la bordean apresurados, pues hace que dé la espalda a los transeúntes que deseen detenerse a homenajear al personaje. Y es que no hace falta más que ver la escala de la plaza para darse cuenta del grandioso tamaño que ha de tener cualquier escultura que se ubique en su centro y que aspire a resultar acorde a la misma. Exagerando bastante, diría que la plantà del monumento fallero de la plaza del Ayuntamiento nos permite imaginar de qué dimensiones estamos hablando.

La escultura a Vinatea preside la plaza del Ayuntamiento. A pesar de eso, me atrevería a decir que prácticamente los únicos valencianos que saben a quién recuerda, son aquellos que han esperado a sus pies a que comience alguna mascletà / Carlos Izquierdo García.

El monumento a Cervantes me parece un ejemplo acertado de ubicación de una escultura. Se encuentra frente a un grupo escolar dedicado al escritor y su visión es adecuada, porque goza de un fondo que realza la figura / Carlos Izquierdo García.

Esto son algunas de las conclusiones a las que llegó Sitte en su ensayo. Aparte de los ejemplos que he citado, algunos de los cuales son bastante recientes, ¿conoces algún espacio de tu la ciudad que ilustre los principios planteados por Sitte? O bien, ¿quieres aprovechar esta fecha para recomendarnos alguna lectura imprescindible?

8 comentarios:

  1. Hola Carlos.
    Una entrada brutal.
    Me encanta la Valencia que nos has enseñado, y la relación con el libro de Camillo Site.
    ¡Ni te imaginas lo que aprendo con tu blog!
    Gracias por compartir.
    Un saludo,
    Libe

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  2. ¡Hola, Libe! Gracias por tus palabras.

    Ayer eché un vistazo a la entrada que publicaste en tu blog y me extrañó que no tuviera relación con el Día Internacional del Libro. A pesar de eso, celebraste la jornada como toca, porque fuiste capaz de leer este post mío, tan sumamente largo.

    Aprovecho la ocasión para decirte que es un placer leerte e invitarte a venir a Valencia para que veas las interesantes plazas que he citado en la entrada. Un saludo y ¡a triunfar!

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  3. ¡Hola Carlos! Acabo de leer la entrada (detenidamente) y me he quedado impactada. Incluso para los 'no expertos', resulta fácil entender todos estos principios artísticos, y a la vez me han hecho ver la ciudad desde estas 'nuevas' perspectivas.

    Además, al estar todo tan detallado, tu artículo bien podría catalogarse como un texto de referencia. :-)

    ¡Enhorabuena y sigue así!

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    1. ¡Gracias, Silvia! Se agradecen estas palabras de ánimo que me alientan a seguir adelante.

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  4. Excelente entrada. La encontre buscando un pdf del libro de Sitte. El ejercicio realizado por Carlos seria muy interesante realizarlo en alguna de las ciudades latinoamericanas. Agradezco si pueden compartir el documento de Sitte, del que solamente he podido leer apartes.
    Un saludo y gracias por compartir tan buenas reflexiones.

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  5. Bona nit

    Acabe de descobrir el teu blog.

    Molt entretingut.

    Veig que es va interrompre l'any 2013.

    Que l'has continuat en un altre lloc?

    Salut
    Rafel

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  6. Hola, Rafel! Gràcies pel teu comentari.

    Vaig deixar d'escriure el blog quan vaig començar a estudiar oposicions. Malauradament no l'he continuat en cap altre lloc, però no descarte fer-ho una vegada obtinga estabilitat laboral com a funcionari.

    Rep una salutación ben cordial.

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